La importante tarea de aprender a gestionar el dolor ante una enfermedad crónica
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- Escrito por PB. 9 de diciembre de 2017, sábado
A veces uno se pregunta cuánta tolerancia se tiene al dolor, al frío o a las adversidades. Los inviernos suelen ser prueba de ello, aunque cada vez son menos inviernos, menos fríos y con menos olor a chimeneas encendidas. Suele ser en estos tiempos cuando asalta el dolor de huesos, como si estuvieran chirriando, y hace disparar todas las alertas si el dolor persiste, ya que podría quedarse para siempre, como la artritis reutamoide, enfermedad crónica que pone a prueba la resistencia de la persona.
Y es que la artritis reumatoide no tiene cura. Dura más que los diamantes. Es una patología que produce dolor en las articulaciones, es autoinmune e, incluso, puede provocar la pérdida de movilidad. Cogerla a tiempo es importante, para ralentizar su avance, pero no existe una fórmula mágica que impida que, finalmente, se instale.
De hecho, el reuma, que es el paraguas que engloba todas las enfermedades reumáticas que afectan a huesos y articulaciones, se calcula que ataca a una de cada cuatro personas, una cifra demasiado elevada.
Según la Sociedad Española de Reumatología son alrededor de 29 millones de españoles los que padecen este tipo de enfermedad, en diferentes grados. Y, como se ha dicho anteriormente, aún no hay una fórmula mágica que la haga desaparecer, sólo tratamientos y técnicas para aliviar el dolor.
En este sentido, la tecnología, a la vez que ayuda a la comunicación de la sociedad y a la democratización del conocimiento, también se pone al servicio de la salud, poniendo en marcha técnicas nuevas como la Andulación. Ésta se incluye dentro de las terapias vibracionales (Whole-Body Vibration), aplicando calor en las zonas doloridas a través de una estudiada ergonomía. Se puede obtener más información sobre la Andalución e, incluso, probar sus equipos antes de decidir su compra sabiendo siempre que no es milagroso, pero sí ayuda a mitigar el dolor y mejora la calidad de vida del paciente.
Un dolor que varía de caso a caso y de persona a persona. Trabajar en el físico es casi tan importante como trabajar en la esfera emocional. No se puede elegir tener dolor, pero sí se puede elegir cómo gestionarlo.
Según los últimos datos manejados por la Sociedad Española del Dolor, el 20% de la población sufre de cierto dolor crónico, en sus diferentes grados y por patologías distintas. Se estima que cerca de 280.000 personas se encuentren ubicadas en la Región de Murcia, una de las comunidades autónomas con más Unidades de Dolor por habitante de España.
Estas unidades, que se pueden encontrar tanto en hospitales públicos como privados, sirven para dar apoyo y tratamiento integral al paciente en un determinado momento con el objetivo de aliviar el dolor, al menos, por un tiempo.
Los tratamientos pueden ir desde infiltraciones hasta masajes fisioterapéuticos. Estas unidades también tienen apoyo psicológico y psiquiátrico porque, como se ha comentado, la gestión del dolor es una tarea muy complicada.
Sentir dolor, dolor constante, y no saberlo gestionar puede llevar a consecuencias importantes en el ámbito personal y profesional. Es como un pitido que no para de sonar, de forma desagradable, impidiendo la concentración, la escucha, el realizar cualquier actividad. Por ese pitido se tienen discusiones por malos entendidos, se pueden perder trabajos, terminar relaciones y, en definitiva, llevar a la persona que lo sufre al aislamiento y/o a la depresión.
¿Cómo luchar contra ese pitido constante? Es cuestión de actitud, de querer hacerlo y de mucho, mucho, trabajo. Porque es un pitido que duele y no siempre se va a conseguir mantenerlo en un segundo plano y que no interfiera en el día a día de la persona.
Quizá uno de los trucos primeros es la resignación, pero una resignación positiva. Ser consciente de que ese dolor, un buen día, llegó para quedarse. No conviene luchar contra él porque sólo se conseguirá frustración. Tampoco hay que quererlo, porque a los enemigos no se les quiere, simplemente, hay que intentar que sea lo más indiferente posible.
Para ello también es bueno encontrar la complicidad de las personas que forman parte de la vida del enfermo. Su pareja, sus hijos, sus amigos, colegas de trabajo…es importante que ellos sepan de ese pitido que no deja dormir, porque se normalizará y siempre será más fácil contar con apoyo los días que cuesta más. Porque nadie dijo que fuera fácil y las sonrisas de quienes suman siempre abrigan más cuando hace frío.
Y aunque parezca imposible, vale la pena intentarlo. Dicen que el poder de la mente es maravilloso, y tal vez sea cierto, aunque en los casos de dolores crónicos no se pueda seguir a pies juntillas la frase tan popular de “mens sana in corpore sano”, pero siempre es mejor.
Además de buscar la complicidad de las personas de alrededor, es recomendable intercambiar experiencias con otras que se encuentren en la misma situación. Compartir vivencias, inquietudes y trucos para gestionar, contribuye también a normalizar la enfermedad y a aprender a hacerla más llevadera gracias a los consejos sobre la gestión del dolor que hacen los demás.