Los marrajos se lucen con una mujer marcando el paso

Escrito por Isaac Vaquer. 31 de marzo de 2018, sábado

Encabezada por primera vez por una guion femenina en cabeza, la procesión marraja de la noche de Viernes Santo salió puntual por las puertas de Santa María en una noche despejada pero con rachas de viento que a veces incomodaban la marcha.  Los de morado estrenaban también este año el vestuario de los guiones con un escudo bordado por Antoñita Sánchez. Las calles de Cartagena bullían de gente allá por donde se fuera, miles de ellos flanqueando el paso de esta procesión del Santo enterramiento de Cristo.




Los granaderos seguían con su paso militar el trono del Santo Cáliz, del que se han restaurado las galas de las 7 palabras. “Ahora sonará la corneta y siguen. Fíjate como tuercen las esquinas: gira el de la derecha, ahora el del centro y el que iba a la izquierda pasa a la derecha”, se escuchaba a un cartagenero contar a unos amigos de fuera. Contar con alguien de Cartagena, es sin duda una experiencia mucho más rica de estas procesiones que requieren la explicación de tantos detalles.

 El trono de Jesús nazareno, con la cruz a la espalda, sorprende con su vista alzada, mirando a los espectadores. Muchos estudiosos de la imaginería de los tronos de Semana Santa lo consideran por ello una de las imágenes de Jesús nazareno más impactantes, por esa cabeza alzada, desafiante, que contrasta con el habitual gesto vencido de mirada al suelo más habitual.



Las escenas de la Pasión se iban sucediendo, el Expolio de Jesús, con los dados y la corona de espinas bordados en las túnicas; la Santa Agonía, en esa escena tan viva con el Cristo en la cruz mirando al cielo y la Virgen dolorosa a sus pies; la Lanzada, encabezada por la lanza de plata símbolo de la agrupación y seguida por esa escena gigantesca de Longinos a caballo con la lanza frente al Cristo crucificado, la Virgen y San Juan.



Los aplausos sonaban de vez en cuando para premiar a los piquetes o a los procesionistas, que mantienen siempre la figura recta, el paso marcado, o incluso la quietud que a lo largo de más de 3 horas acaba siendo un enorme esfuerzo.



La primera obra de José Capúz de esta procesión, el Santísimo Descendimiento, impresiona por el peso que transmite, la contención de la expresión de la Virgen que sujeta a Jesús mientras Juan lo baja de la Cruz. Capúz es el imaginero protagonista de esta procesión, con la firma de su gubia en la mitad de las escenas.



La corona de la Virgen de la Piedad, tan querida por los cartageneros, lucía restaurada esta noche, con las promesas en pos del trono. Al mismo lo seguía el tercio y trono del Santísimo enterramiento de Cristo que titula esta procesión.



Se oían lejanos los timbales mientras pasaba de negro el tercio del Santo Sepulcro. Se hacía el silencio respetuoso en las calles y llegaba la peculiar formación musical de violines, violas y fagots que acompañan este trono del Cristo Yacente. El obispo de Cartagena José Manuel Lorca Planes, desfilaba justo detrás. También marchaba toda la corporación municipal del ayuntamiento de Cartagena.



Las imágenes de Santa María Magdalena, San Juan Evangelista, restaurado este año, y la Santísima Virgen de la Soledad, cerraban esta procesión, poniendo la nota de estilo cartagenero con esos jardines luminosos andantes que tanto impresionan a los que visitan la ciudad.

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