El Complejo Hospitalario de Cartagena atiende a 400 pacientes con enfermedad de Parkinson

La Unidad de Trastornos del Movimiento del Complejo Hospitalario Universitario de Cartagena, ubicada el Hospital Santa María del Rosel, “tiene diagnosticados a casi 400 pacientes con enfermedad de Parkinson en el área de Salud de Cartagena” según explica su responsable, el neurólogoJuan José Soria.


En esta consulta, añade el doctor Soria, “se realiza una valoración diagnóstica completa y un seguimiento de la evolución de estos pacientes por lo que, en 2016, recibimos más de 800 visitas de pacientes con esta enfermedad”.
La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, detrás de la enfermedad de Alzheimer, siendo su prevalencia de 150 casos por 100.000 habitantes. Se estima que en la región de Murcia hay alrededor de 3.000 personas afectadas aunque el 30 por ciento de los pacientes no están diagnosticados.


Explica Juan José Soria que “cuando el paciente se encuentra en una fase avanzada de la enfermedad y precisa de tratamientos de “segunda línea”, bien se le remite a un centro de referencia nacional para cirugía o bien en nuestro propio centro se le inician tratamientos muy especializados”.


Explica Juan José Soria que “en fases iniciales los síntomas de la enfermedad se controlan adecuadamente con tratamiento convencional pero en fases más avanzadas los pacientes pueden precisar tratamientos más complejos”.
Entre ellos, por ejemplo, “la cirugía de estimulación cerebral profunda y los tratamientos de infusión continua de fármacos, bien con levodopa a través de sonda duodenal o bien con apomorfina subcutánea”.


Enfermedad del Parkinson


Se trata de una enfermedad discapacitante cuya incidencia aumenta con la edad, por lo que constituye un problema sociosanitario muy importante dado el complejo manejo de la misma y el envejecimiento progresivo de la población.
En la enfermedad de Parkinson se afecta fundamentalmente el control de los movimientos, provocando problemas como temblor, rigidez, lentitud, alteraciones del equilibrio y de la marcha, caídas, problemas para tragar… además de otros síntomas no motores como depresión, dolor, deterioro cognitivo, trastornos del sueño, urinarios, sexuales… que de manera progresiva provocan un deterioro de la calidad de vida y de la independencia de los pacientes.


Cuando la enfermedad pasa a un estadio avanzado los pacientes presentan complicaciones de muy difícil manejo y síntomas que no responden adecuadamente al tratamiento farmacológico convencional, y por tanto requieren otros tratamientos más complejos, denominados “de segunda línea”.


Estos son la cirugía de estimulación cerebral profunda y los tratamientos de infusión de apomorfina o de levodopa-carbidopa, los cuales, indicados adecuadamente por un neurólogo experto en trastornos del movimiento, han demostrado mejorar claramente los síntomas, la calidad de vida y la independencia en estos pacientes respecto al tratamiento farmacológico convencional.


Hay un porcentaje aproximado del 15 por ciento de pacientes no diagnosticados, por lo que es necesaria una adecuada visibilización, concienciación social y formación sanitaria para poder reconocerlos y así contribuir a un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado desde el inicio.


La causa de la enfermedad es aún desconocida, si bien sabemos que en el origen de los síntomas está la pérdida de neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra mesencefálica, además de la disfunción de otros circuitos neuronales.