Obituario: Ángel Gómez

Con el paso –inexorable- de los años, de los decenios, todos hemos ido acumulando pérdidas  de personas a las que hemos querido, a las que hemos amado, a los que permanecen en nosotros cuando ya solo son polvo en la tierra, y esperanza en el Cielo.

Los inolvidable nombres de nuestros padres, hermanos, familiares queridos y abnegados… Amigos entrañables con los que hemos  compartidos ilusiones, alegrías, jolgorios…o frustraciones y amarguras. Antonio, Ginés, Luis,…y tantos otros.
Y, hoy, Angel.

Amigo fraterno-como gustábamos llamarnos- apenas compartíamos orígenes , ni familiares, ni de colegios infantiles, ni de amiguicos comunes, ni de formación posterior, ni de trabajos..

Ángel  “marrajo” comprometido; yo californio “inquebrantable”. Nunca conseguí que “cambiara de bando”, porque era consecuente con sus ideas y creencias, siempre fielmente arropado por su extraordinaria esposa Encarnita, a quien, sin duda, le debe muchos años de su difícil supervivencia, tras graves  enfermedades. Si, Encarnita fue para él un auténtico regalo de la Providencia, como lo ha sido, tras su pérdida,  Paloma, incansable “ángel de la guarda”  durante estos años postreros…

Ángel, huérfano muy joven – como yo-  se vió obligado a pelear en muchos frentes, a lo largo de su vida , sobreviviéndoles a todos.

Español y patriota a machamartillo no ocultaba su cartagenerismo insobornable, el amor a la Virgen de la Caridad y a nuestras mejores tradiciones.

Lo conocí de niño, cuando empezaba a trabajar en la Gestoría de la calle del Conducto

Allí , hacia 1956, conocí a Ginés, el gestor. Y , años más tarde, a Tina, su hija.

Sí, Ángel mi “amigo fraterno” me hizo el mejor regalo de mi vida: me presentó a Tina, mi amada esposa.

Descanse En Paz.

* Texto remitido en el que se respeta el contenido íntegro, la redacción y la ortografía, con excepción del titular y de la entradilla del artículo