'Pepe, El Rochero', era llamarlo y ya estaba ahí, el primero'

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Escrito por OPINIóN. Antonio Martínez Pérez. 9 de junio de 2020, martes

"A veces se nos juzga a muchos por las palabras. A otros por los gestos. Pero a muy pocos por el compendio de todo. A la familia en concreto, en el caso de disponer de un juicio imaginario, el veredicto le da pleno derecho a sentirse 'orgullosa' de haberlo tenido en su seno. Para el resto, la 'suerte' de nuestro Pepe es que ha podido constatar en su ajetreada vida, o al menos eso creo yo, que se le 'quería' por tal y como era.

Nos ofreció mil y una fiestas, presentándolas, cuidándolas, divulgándolas,… haciéndonos sentirlas como algo muy nuestro. Parte del cariño que le tenemos a estos y otros Festejos, es por culpa del amor que él le ponía a todo ello. Fue el paraguas de la juventud, y quizás por ello nos convenció para ayudarle en rifas, para vestir carrozas, para ir a los Toros, o para Disfrazarnos a pesar de los calores.

Sin ningún tapujo, ni miedo a equivocarme, creo estar en lo cierto si digo que sin ser consciente de ello, Pepe ha sido nuestro mejor Embajador.

Su nombre ha ido siempre unido al de nuestro pueblo. Cuantos de nosotros no hemos estado por ahí fuera, en otros lugares, y cuando su nombre ha salido a la palestra en mitad de una conversación, el otro nos ha dicho:

“Si hombre, ya sé quién me dices…
Ese que hace las Fiestas…
Ese que tiene Borregos para aburrir…
 Ese que vende la Lotería del pueblo…
Ese que pone Lechugas por todos lados…
Ese que siempre os trae una Corrida buena ahí en Los Blaya…
Ese que se encarga de las Romerías…
Ese que está metido en todos los fregados...

Si ese, sin duda, ese era nuestro Pepe.

Y así lo subrayo es porque era ya algo muy de nosotros. Pertenecía a la propia idiosincrasia del aparecidense. Uno hace suyo el orgullo de nuestra “Casa Moruna”, la devoción popular de nuestra “Ermita”, el clamor general de nuestro tan afamado “Embutido”,… y por qué no decirlo, el sentirse a la vez, que PEPE era como un Icono que paseaba el buen nombre de “La Aparecida”, por donde quiera que haya estado. Y mira que sus pasos han llegado ya de por sí, bastante lejos.

Siempre estuvo ahí, el primero,… tirando del carro como ninguno.

Ejerció de todo lo que uno pueda imaginarse.

En el colectivo vecinal ocupó todos los cargos posibles, y desempeñándolos siempre con el mismo arrojo y valentía que le caracterizaba. Su actual Presidencia, atestigua el último de sus servicios prestados.

Participó en el crecimiento y el auge de nuestra Comunidad, viendo de forma activa, como la unión hacía la fuerza para lograr avances para todos, a base de Trabajo y Perseverancia.

En la agricultura y la ganadería de la zona era un referente, donde su opinión generaba Respeto entre los emprendedores jóvenes (y nuevos que comenzaban a dar sus primeros pasos), y Templanza ante sus expertos compañeros de profesión.

Y siempre lo hizo todo con la cabeza bien alta.

Era de esas personas, que cruzaban rápidamente la frontera de lo irrenunciable, por alguna cabezonería absurda, para situarse en pocos minutos en el estado donde conviven las ideas adorables que solo a alguien como él, sin maldad… se le pueden ocurrir.

Fue algo más que un gran hombre,… representaba esa imagen entrañable del padre que te da una instrucción, del tito que te pide un favor, del abuelo que te da un consejo, o del Vecino que te presta tu apoyo.

Llegó un momento en que la persona humana como tal, se confundía con el propio personaje que él había creado a ojos de los demás, y que irradiaba un halo de afecto y cariño hacia quien lo acababa conociendo de verdad.

Por Amistad, por Lealtad, por Interés, por Negocios, por Tratos, por Necesidades, por Obligaciones, por Proyectos, por Eventos, por Retos, por innumerables causas, casi todo el mundo tuvimos que Acudir a él.
    
Con un don para el Trato en las distancias cortas, casi siempre consiguió darle luz a las sombras que fue encontrando a su paso, y alcanzar metas, que solo su terquedad bien administrada, le fue capaz de permitir.

Bajo ese pelo blanco teñido de experiencia, se escondía una sonrisa y un porte elegante, un buen humor siempre a prueba ante cualquier adversidad, una verborrea que lo hacía único, y una impronta de buena gente que le acompañaba ante cualquier situación.

Fortuna tienen allá arriba, porque desde hoy gozan de alguien incansable, que les hará ver que en el cielo se pueden también reordenar las cosas a su manera. Ganas e ilusión para intentarlo lleva de sobra, y faena para poder acometerlo tampoco le va a faltar.

Quienes tuvimos la suerte de conocerle, podremos contar esas historias y anécdotas, a las generaciones venideras, porque las raíces y costumbres de un Pueblo no solo son patrimonio de enseres antiguos, sino que manan en muchos casos de la propia Sabiduría de las gentes que lo habitan.

No obstante, no nos quejaremos a pesar de lo que significa este penoso trance,… porque aquí nos deja su enorme Legado y un sinfín de huellas ya imborrables.

Defectos, posiblemente los tuviera. Pero esos sí que quedaron enterrados hace tiempo. Las bondades y virtudes de alguien así, lo inundan todo, y hacen que la memoria se nos llene solo de sus buenos recuerdos. Tantos, que ahora no podemos cerrar el baúl donde los tendremos guardados; quizás mejor así, ya que con cerrar los ojos un instante, seguro que podremos rescatarlos sin necesidad de que el corazón acabe muy exigido por dicha búsqueda.

A pesar de que pueda parecer una despedida, nos negamos a ello. Usaremos esta oportunidad que se nos brinda, para manifestarte, antes de que volvamos a vernos más adelante, lo que seguro tú ya intuías, pero que en verdad nos compete a nosotros decirte:
"Eternamente gracias, Pepe... Por todo lo que nos diste tantas veces, sin pedirnos nada a cambio".
D.E.P.".

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