Juegos con sangre

El circo romano ofrece diversas pruebas de habilidad a caballo, carrera de bigas y combates a muerte sobre la arena de Carthagonova.


Juegos en honor a Escipión y Emilia Paula, quienes han presidido su celebración en el coso portátil habilitado para la ocasión, que ha completado la mitad de su aforo en una soleada tarde.



El capítulo previo ha sido el relevo en el mando de las Amazonas de Capadocia. El cuerpo de la reina Pentesilea, caída en el campo de batalla, ha ardido y a continuación se ha elegido a la guerrera que la sucede: “Una reina muere, una reina nace”.

Tras una voz en off explicando el origen de Roma (“ciudad de las siete colinas a donde llegaron los huidos de Troya”) y el conflicto con los cartagineses, Ceres, la diosa de la Naturaleza y de la Agricultura ha anunciado la celebración de unos juegos para disfrute del pueblo: “¡Pan y circo!”. Esto se ha simbolizado lanzando a las gradas cientos de panecillos con monedas de chocolate.

Después, la persona que ha dirigido el espectáculo ha explicado los tres capítulos del espectáculo, con uno primero de juegos, al que suceden las carreras de aurigas y se concluye con los combates a muerte. También ha presentado a los tres equipos, formados por parejas que representaban a los cartagineses, a los íberos y a los romanos.


Las pruebas de habilidad a caballo han consistido en cortar al galope sandías y repollos, clavar las lanzas en una diana y saltar por un aro de fuego. Después han ofrecido un muy buen espectáculo las bigas en carrera. Han cerrado los combates individuales, triunfando los romanos con el duelo final del ateniense Artorius frente al ‘maldito’ macedonia Triátides, que se ganó las antipatías del público, como era su papel. Como sucedía en aquella época, el esclavo Artorius ganó la libertad con su éxito.

Unos cien minutos ha durado el espectáculo. Varios apuntes. Por un lado, ha sido muy similar al del pasado año, con lo que entre los espectadores han confluido los que han perdido interés por algo ya conocido con los que se han visto enganchados con lo que estaban descubriendo. En cuanto al público, buena implicación general, destacando la grada de animación de Vigiles de Carthagonova. Por contra, muy pocos festeros más se han visto en la grada.

El circo actual es una historia bien diferente al que décadas atrás se llevaba a cabo en el estadio Cartagonova, que era muy espectacular pero a la vez excesivamente costoso de mantener. Ahora se busca más recrear lo que fue la historia, lo que supone un mayor encorsetamiento en su desarrollo. Sin embargo, quizás, para próximas ediciones habría que buscarle un giro de tuerca en pos de conquistar a más espectadores. Lo que sí considero indiscutible es que el circo no debe faltar en Carthagineses y Romanos, pues Carthagonova fue pionera en introducirlo en Hispania y porque las fiestas precisan propuestas distintas a los actos teatralizados y a los desfiles. De ahí que elogie el esfuerzo llevado a cabo por la directiva de este Senado de recuperarlo en cada edición y no ofrecerlo cada dos años. Sé que ha supuesto muchos calentamientos de cabeza bajo una enorme ilusión y a la vez preocupación. Tampoco quiero que se me confunda como crítica al espectáculo de ayer, en absoluto, pues estuvo dentro de una buena línea. Puede ser que ‘circo es circo’ y punto, pero seguro que la imaginación festera logra ir más allá.