"La textura de las gotas de leche sobre la piel desnuda es maravillosa"

Carolina Illán Conesa ha inaugurado la exposición 'Ginegénesis: en el vino la verdad, en la leche la belleza', que se puede contemplar en la Muralla Bizantina hasta el 19 de enero de 2020. Se trata de variadas fotografías del cuerpo femenino envuelto en leche con los que pretende evocar sentimientos entre lo sensual y lo emocional.


Carolina Illán Conesa (Los Dolores-Cartagena, 1989), licenciada de Bellas Artes por la Universidad de Murcia, ha culminado una de sus ilusiones, como era exponer en su tierra natal. Después de que su obra haya formado parte de muestras culturales de diversos puntos de la Región de Murcia, ahora llega a Cartagena. La puesta de largo contó con la presencia de la directora de Cultura del ayuntamiento de Cartagena, Chenchi Plazas, quien presentó a la fotógrafa y pintora, quien estuvo arropada por sus hermanas Elizabet, modelo de las imágenes expuestas, y Noelia, también nombre propio en la cultura por su faceta poética.

Para la dolorense, el color blanco representa la pureza, lo limpio e inmaculado, contrastando con el rojo del vino y su relación al mundo pagano. La idea de conseguir ese efecto surgió en el verano de hace dos años en Cabo de Gata, cuando estando en un bar vio a gente que se hacía fotos dentro de una antigua bañera.

La artista explica porqué eligió un cuerpo femenino para ese efecto: "Es cierto que la ropa mojada también deja imágenes increíbles, pero la textura de las gotas de leche sobre la piel desnuda es maravillosa. Crea una especie de encaje lácteo que viste esa desnudez con sensualidad y vida propia. Podría ser igualmente un cuerpo masculino, pero es una cuestión de opinión estética personal. Un cuerpo femenino con sus curvas me atrae más a la hora de sumergirlo en leche en una bañera".
Durante el acto de presentación fue pregunta sobre su mirada fotográfica fuera de los cánones de belleza. Respondió que la imperfección "es vida. La arruga es tiempo y el tiempo es vida".


Carolina se vio atraída por la fotografía de bien pequeña, cuando entraba en el laboratorio fotográfico de Carlos Gallego, uno de los más grandes fotoperiodistas que ha tenido esta tierra y que trabajó hasta su fallecimiento en el diario La Opinión. "Quedé fascinada", proclama. Después probó otras artes, pero seguía enganchada con la fotografía. "Adoro mirar el mundo a través de una cámara", añadiendo que la fotografía "es una puerta hacia un instante concreto".