San Cristóbal, en un año diferente con aliciente de ‘plata’

El patrón de la barriada ubicada en Cartagena Norte y de los conductores tuvo una celebración reducida debido al coronavirus, en la que se suprimió la procesión y en la que se mantuvo, aunque en versión reducida, la bendición de vehículos. La eucaristía fue presidida por José Manuel Martínez Rosique en su veinticinco aniversario como sacerdote, ordenación que tuvo lugar en este lugar, su pueblo natal.


Los vecinos de la barriada de San Cristóbal celebraron la festividad de su patrón, aunque bajo un formato muy distinto al que están habituados. Debido a la situación generada por el Covid-19, este año el formato fue distinto. San Cristóbal no dejó su lugar en el altar, desde donde fue honrado por sus devotos en una celebración de eucaristía en la que, a través de carteles y avisos verbales, se cuidó mucho de que en el interior del templo no se produciesen aglomeraciones y que todos los presentes guardasen las distancias de seguridad sanitaria.



Después no hubo procesión por las calles del pueblo, pero sí la tradicional bendición de vehículos, aunque en versión reducida. El párroco, José Luis Riquelme, en su alocución explicó que no se había dado este año mucha publicidad a este acto para evitar una excesiva afluencia y así resultó, pues del centenar de turismos, motos, furgonetas y otros, como ‘andadores’, esta vez la cifra no rebasó los cuarenta. También se salvaguardaron las medidas de seguridad en el exterior de la iglesia y todo se desarrolló sin problemas.



Protagonista este año ha sido José Manuel Martínez Rosique, quien ha cumplido veinticinco años desde que fue ordenado sacerdote, también en el mes de julio y por quien entonces ocupaba el obispado de la diócesis de Cartagena, monseñor Javier Azagra, arropado por 68 sacerdotes, en lo que fue un acto multitudinario en la plaza con presencia de numerosos familiares y amigos de quien es nativo de este pueblo. El párroco titular de la iglesia de San Cristóbal era don Matías, que fue quien trajo a este pueblo la imagen, que también generó que el nombre de la población se transformarse de El Bohío a San Cristóbal.
 
En este cuarto de siglo, José Manuel Martínez, ha estado tres años en la iglesia de Purísima de Yecla, un año en las parroquias de San Cristóbal y del Cristo de la Salud de Los Dolores, quince en la iglesia de San Ginés (abarcando también Las Lomas del Albujón y La Mina) y lleva seis en la parroquia de San Pedro de Calasparra, donde es actualmente el rector del Santuario de la Virgen de la Esperanza. En su trayectoria también fue pregonero de la Semana Santa de Cartagena en 2013, capellán de la Cofradía del Cristo del Socorro y director espiritual de varias agrupaciones de la Cofradía California.



Debido a este momento tan especial que está viviendo, José Manuel Martínez presidió la eucaristía de San Cristóbal este año y fue el encargado de efectuar el lanzamiento de agua bendita a los vehículos. Durante la misa, estuvo acompañado por José Luis Riquelme y por José Miguel Cavas López, quien estuvo con él como monaguillo en San Ginés hace años y que actualmente se encarga en formar a futuros sacerdotes.



José Manuel, en manifestaciones a este diario, quiso agradecer la generosidad de José Luis Riquelme en un momento muy especial, además de expresar que en este cuarto de siglo “he aprendido mucho de la gente de los diferentes lugares donde he estado. Gracias a la oración y al corazón de estas personas soy sacerdote”, expresó. Siempre ha estado muy implicado a su entorno y a las personas. “Es cierto, siempre me he involucrado con vecinos y cofradías, entre otros. Por eso, de este tiempo destaco el trato con la gente, mi servicio hacia las personas y el entregarme a ellos. La verdad es que siempre he sido bien recibido y lo agradezco”.

La barriada de San Cristóbal y a su patrón siempre lo lleva presente. “San Cristóbal es mi vida y esta tierra es donde me he criado”, concluye.

Indicar también que la representación de autoridades en esta festividad correspondió a la presidenta de la Junta Vecinal de Los Dolores, Julia Otón, y a la edil María Casajús, quien después llevó su turismo a recibir el agua bendita, la cual, según la tradición popular, ahuyenta de accidentes durante un año.